miércoles, 25 de junio de 2014

A.SCHOPENHAUER Y LA MANO INVISIBLE (2ª parte)

Y varios pensamientos me vienen al perolón. No nos dio el Sr.Smith el argumento perfecto para dejarnos llevar desenfrenadamente por nuestra voluntad, es decir el consumismo desmedido y el afán de lucro? Se defiende como algo natural al ser humano. No sé. He leído un artículo de una tribu descubierta en lo más profundo de la selva, donde son incapaces de entender el concepto numérico que indique más de 2. Para ellos está el 1, el 2 y el resto. Yo creo que es porque no necesitan más de 2 de nada. Eso sí que es libertad. No necesitar contar lo que tienen. Nosotros estamos tan acostumbrados a la acumulación desmedida y material que necesitamos gran cantidad de números para hacer inventario de lo que poseemos o creemos poseer. Y cuanto más mejor. Tiene eso algún sentido? Pues en el sistema capitalista tiene todo el sentido del mundo. Es egoísmo? Sí, cuando tienes más de lo necesario a costa de las carencias de otros. Pero si los consumidores se dejan llevar sin control por algo superior a ellos que les obliga a tener más cosas, que sucede en los mercados financieros? Claro, llegan a una solución óptima siempre que se deje actuar con total libertad a la mano invisible de A.Smith. Ja! Es una solución teóricamente comprensible sino fuera porque siempre algunos tienen más poder que otros en los intercambios de lo que sea y por tanto se invalida la posibilidad de que una lucha de voluntades establezca un equilibrio general justo. Me parece que está clarísimo que el mercado por sí mismo jamás hallará soluciones perfectamente equitativas. La mala noticia es que es inevitable, al menos en un sistema que alimenta nuestros deseos. Me parece que la tribu en esto está más avanzada que el mundo civilizado. Aristóteles diría que nuestra motorización hacia un fin se acaba convirtiendo en un medio hacia otro nuevo fin y así continuamente. Su optimismo ético radica en que hay un final, la consecución de la felicidad. A partir de ahí ya no hay nada a lo que aspirar. Una arribada a una virtud conseguida por medio de la prudencia. Es una solución que lo único que consigue es cerrar un circulo, pero tiene que acabar ese bucle realmente en la felicidad? Como puede acabar en la felicidad nuestra vida cuando nos rodean miserias, injusticias, penurias, maldad, enfermedad o muerte? Me viene a la cabeza, como ejemplo de lo que es la vida, la Tocata y fuga en re menor, BWV 565 de J.S.Bach con su tremebundo inicio, con su fuerza desgarradora de furia ciega, de perfecta irracionalidad asonante, incluso en ese contexto de lucha y sufrimiento serpenteante de la melodía contra una potente y funesta armonía, se alcanza una paz consoladora, una resignación oscura, pero jamás la felicidad. Somos inconstantes en todo y en algún momento arremetemos contra otra cosa. Por eso existen los bandos, para tener algo contra lo que pelear. La paz y la felicidad son extremos imposibles. Schopenhauer daría una solución perfecta: el ascetismo. La anulación completa de la voluntad. Es fácil decirlo e incluso muchos lo han hecho, pero, seamos sensatos, no es viable para una generalidad de la población, entre la que me incluyo. Aún así debemos reconocer el trasfondo real del mensaje: hay actos que soslayan la irredimible voluntad. Que es sino la compasión, la generosidad, la bondad, la música o la poesía? Estos actos traspasan las leyes más primarias de la naturaleza. Si hay algo divino, tiene que ver con esto. Si hay una solución posible al egoísmo más básico de la voluntad, y por tanto una solución más justa como sociedad, se encuentra en el reconocimiento de ésta en el resto del mundo, ya sea en la naturaleza, en los animales o en el resto de los seres humanos, es igual, en cualquier caso se encuentra fuera de nosotros. Esto sí concuerda con Aristóteles. Éste propugnaba el partir del yo para llegar al nosotros. Esto no significa el perder la identidad, la individualidad o la personalidad propia, simplemente significa que algo justo pasa necesariamente por todos, no por algunos. No diría que, por ejemplo, a nivel político debiera de interpretarse como que todas la decisiones deben ser refrendadas por cuanta más gente mejor. Me temo que Platón en “La República” tenía algo de razón en su razonamiento, por algunos calificado de elitista, cuando viene a decir que si cuando necesitas algo, lo que haces es llamar a un especialista (médico, bombero, o lo que sea) como es posible que para lo más importante, como es la gestión del Estado, todo el mundo tiene que dar su opinión? Es obvio que hay personas más aptas que otras para determinadas actividades. Hay gente mejor que otra. Hay muchos cuyo valor e inteligencia es escasa. Solo hay que ver el partido que nos gobierna. No me refiero a ellos, sino a los que los han votado. Es una cuestión matemática: si este partido gobierna para los intereses de un, digamos, 10% (exagerando muchísimo) de la población, como es posible que en las últimas elecciones, por ejemplo, obtuvieran casi once millones de votos? Me parece que es claro que hay un elevado porcentaje de la gente que no tiene las ideas claras de la realidad (sea por ignorancia, ingenuidad,…), por lo que, por su culpa, todos los demás estamos sufriendo actualmente un gobierno que no representa a la mayoría (vamos, quien me niegue esto es para arrancarle las costillas, hacerlas a la brasa y volvérselas a poner. Y después mearle encima). Lo más difícil es encontrar quienes gobiernen adecuadamente. Es dificilísimo. O no tanto. Qué se hace en cualquier otro ámbito para seleccionar a las personas adecuadas? Hagamos pruebas, pongamos penas ejemplarizantes contra los que incumplan su programa y los corruptos, atraigamos el talento, cambiemos la ley electoral, limitemos, acotemos, castiguemos, blindemos las decisiones políticas de los lobbies, evitemos la manipulación mediática, etc… No se puede hacer nada? Estamos necesitados de unión, de colectividad, ávidos de recuperar la ilusión. Esto no tiene nada que ver con la economía, ni con la mano de A.Smith ni con la amoral basura que enseñan en la Universidad, tiene que ver con el reconocimiento de nosotros mismos en los demás, con el inconsciente colectivo que nos une en lo más remoto de nuestras entrañas, con la justicia eterna. Coño ya!

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