lunes, 2 de junio de 2014

AGUANTAR LA RESPIRACIÓN HASTA MORIR

Dicen que es imposible aguantar la respiración hasta morir, pero una de las versiones de la muerte de Diógenes de Sinope fue esa. Es incuestionable que tenemos instinto, una forma de voluntad inconsciente en nosotros, que podría vencer nuestro firme deseo de morir asfixiados, nuestra decisión reflexiva, racional (si es que alguien llegara a esa conclusión racionalmente) y evitar que no respirásemos por propia decisión. Entonces, para qué cortarse las venas, para qué arrojarse al vacío desde un puente o lanzarse a las vías del tren, si pudiéramos aguantar la respiración hasta morir? Lo podríamos hacer en unos pocos minutos y sin violencia ni estrés. Que más podríamos pedir! El trasfondo de esta loca idea (o no tan loca) es si podríamos vencer y superar lo que somos, nuestra naturaleza, nuestro instinto, nuestra voluntad no racional. Entonces sí que no tendríamos límites, trascenderíamos lo que somos. Iríamos más allá, a lo que no somos y querríamos ser, al terreno de la imaginación, de nuestra mente: y quien sabe a donde podríamos llegar y las cosas de las que seríamos capaces si pudiéramos decidir lo que somos sin serlo. Podríamos volar, ser eternos, no comer ni dormir, ser libres, etc…? Nunca hemos sido sino lo que somos, por lo tanto no sabemos lo que podríamos ser. Diógenes como una representación de la escuela filosófica del cinismo (nada tiene que ver con la chorrada del síndrome de Diógenes, que no tiene ningún fundamento histórico) luchó como un perro contra las costumbres, las necesidades y las posesiones vanas, luchó contra el hombre por ser como es, aunque sucumbía al instinto sexual y se hacía pajotes (incluso le pillaron en el ágora una vez). No quiso seguir las convenciones sociales, viviendo en una tinaja y sin bienes materiales y sistemáticamente siendo lo que no era. Os habéis preguntado (no sé, por ejemplo en la publicidad mientras esperáis que empiece vuestro programa, serie o película favorita o mientras echáis una meadilla) que sería ser lo que no se es: sería como mínimo grandioso. Tampoco lo identificaría con el superhombre nietzschiano ya que pongámonos en el caso de que hubiera hombres superiores e inferiores, que los hay, tendríamos que aceptar necesariamente que los hombres superiores fueran crueles, injustos, intrépidos ante la desgracia de los inferiores? No necesariamente actuaríamos así. No olvidemos que esas son características de lo que somos ahora y si fuéramos lo que no somos, no tendríamos que actuar necesariamente así. Además, por motivos personales, estoy en desacuerdo con Nieztsche en otro punto, como sería que el superhombre aparece tras la muerte de Dios. En primer lugar porque no existe y en segundo lugar porque creo en él (esto de la fe consciente me pasa desde hace relativamente poco, lo tengo que aclarar, aunque quizá si fuese lo que no soy, no me pasaría esto). Es decir, Dios no existe, pero creo en él. Pero, os imagináis que decidierais que aquello que veis todos los días no merece la pena ser visto más y cerrarais los ojos en todo momento, nada más que para abrirlos cuando hubiera algo nuevo o interesante que ver? Oye, tampoco es tan descabellado. Simplemente iría en contra de nuestra naturaleza, en concreto de nuestro conocimiento sensorial, pero la idea en sí es interesante y lógica. Si te digo: mira aquel coche, tú mirarás porque esperas ver algo anormal, diferente, etc... porque creo una expectación sobre lo que verás y que en cualquier caso es desconocido para ti y por eso miras. Si te digo: mira aquel coche aunque no tiene nada de especial y no te lo digo por ningún motivo. Mirarás? Seguramente me mirarás a mí y me dirás: colega, deja de decir paridas y déjame ver el partido de Barça. Si te digo: deja de defender públicamente a ese partido político aunque sepas que entonces no tendrás su favor cuando lo necesites para que te coloquen en algún puesto de asesor de lo que sea. O si te digo: abandona tu cargo de consejero en gas natural, por poner un ejemplo, y deja de decir chorradas o reconoce tu verdadera ideología política. Tu instinto de protección abrirá tus ojos, te hará respirar y te mantendrá en el cargo de consejero. Eso es lo que somos. Pero os imagináis por un momento, por un solo instante indeleble e ignoto, como sería ser lo que no somos? Yo cogería la Luna entre mis dedos mientras cierro un ojo y la acercaría más a la tierra, haría el amor con todo el mundo, escribiría poemas de amor, aunque no exista, a cada momento, pero, sobretodo, aguantaría la respiración hasta morir mientras cierro los ojos y me tapo los oídos, porque para ver y oír lo que dicen algunos ex - hombres respetables...

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