jueves, 6 de febrero de 2014

PAYO FEO, DAME LAS PELAS QUE CREA BIENESTAR GENERAL

El padre de la Economía Política, el punto de partida más citado en los manuales de las universidades, la mano de Dios (no hablo de Maradona) es Adam Smith. Quizá fue su secuestro por unos gitanos, o yo que coño sé porqué, lo que le hizo afirmar que perseguir el interés particular mediante el egoísmo conllevaría el bienestar general. No sé cuantas veces lo habremos oído o leído. Lo que se dice menos es que además reconoce que mediante la “simpatía” el hombre puede reconocer el interés personal de otros y así llegar a un intercambio mutuamente próspero. Es decir, no todo es el egoísmo ni el interés personal. Esto hasta el más tonto lo ve. Pues digo yo, en mi absoluta insignificancia, que más bien es esto último lo que facilita el intercambio que no el egoísmo. Amos, digo yo! ¿Está detrás de querer comprar ropa, comida, un coche para desplazarme, un piso para vivir o un viaje para relajarme el egoísmo? NOO!! Es egoísmo querer acumular más beneficios de los necesarios a costa de escatimar en el pago del trabajo a los empleados, por ejemplo. El satisfacer nuestras necesidades o caprichos es lo que estimula el intercambio. Lo que no quita que el hombre es egoísta realmente como también es irracional, violento, voluble, etc… Pero no es lo que motiva el intercambio sino lo que lo imposibilita. Precisamente debido a que el hombre es una cosa, lo contrario y todo lo demás, es lo que facilita el entendimiento y la comprensión del interés común, pese a que el ser humano sea egoísta o rastrero, que lo es en muchas ocasiones. ¿Es satisfacer una necesidad ser egoísta? NOO!! El egoísmo está a la par del robo, de la agresión, del engaño y otras cosas, ya que participan de la antipatía. El egoísmo es demasiado estático para explicar el intercambio. La cuestión es, ¿en qué lado de este se produce el egoísmo si es que existe? La respuesta es: del lado del oferente. ¿Siempre? NOO!! El concepto siempre no existe, joder!!! En resumen, en el concepto puro de intercambio entre iguales no puede participar el egoísmo a no ser que una de las partes crea que está engañando a la otra o apropiándose de algo que no le pertenece necesariamente. El egoísmo participa de sentimientos innobles y viles, de los que no participa el intercambiar necesidades en condiciones de igualdad. O lo que es lo mismo, si se admite el egoísmo en las relaciones de cambio de bienes o servicios, debemos admitir el engaño, el chantaje y la desigualdad de fuerzas que lo permitan. ¿Y cuando se acentúa el egoísmo por parte del oferente de algo? Según Aristóteles intercambias algo mediante su valor de cambio para finalmente darle un valor de uso. Adquirir para vender o para prestar sin más fin que el de acumular sin consumir es antinatural, especialmente cuando el sentido del intercambio es el de hacer posible un “vivir bien” como consecuencia de la autosuficiencia y de la felicidad. El egoísmo de A.Smith aparece en la perversión del intermediario que compra para vender más caro (la crematística Aristotélica) en lugar de prestar un servicio de encuentro de voluntades de intercambio o por autosuficiencia. Otra de las creencias de Aristóteles es que no hay presionar en la búsqueda de la propia ganancia más allá del punto en el que el otro pueda creerse perjudicado. Es la condición para un intercambio sostenido. Qué iluso! No me extraña que sus críticos más feroces hayan argumentado que no comprende la Economía moderna. Lo cierto, es que Aristóteles no comprendía la Economía moderna. Lo cierto, es que la Economía moderna no hay Dios que la entienda porque está basada en el lucro salvaje y despiadado sin reglas. La Economía moderna es la nueva jungla en la que el hombre salvaje, del que tanto hablaron los clásicos como contraposición al hombre civilizado, caza dinero. El capitalismo actual roba a los pobres para dárselo a los ricos. ¿Exagero? Va a ser que no.

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